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La Nueva York de Martin Scorsese

  “Pinta tu aldea y pintarás el mundo”, escribió Tolstoi. Quizás por esto el cineasta de la Gran Manzana eligió a su propia ciudad como escenario de al menos la mitad de sus films, algunos de ellos ya posicionados como nuevos clásicos del cine moderno. Un repaso por películas inolvidables y por el marco escenográfico que les dio vida.  

Sin duda alguna, Martin Scorsese es uno de los grandes cineastas de todos los tiempos. Ni el premio Oscar que supo ganar en 2006 (con “The departed”, conocida en castellano como “Los infiltrados”, que por otra parte también le hizo obtener un Globo de Oro como mejor director), ni sus films devenidos ya en clásicos de la cinematografía mundial, explican que su figura se haya convertido en un hito ineludible del séptimo arte. Es, en realidad, su condición de continuo creador. Porque no hablamos sólo de un director, hablamos también de un actor, un guionista y un productor; que se mueve cómodamente en registros de ficción como en documentales, tanto en la pantalla grande como en la TV.

Por esta condición multifacética, también es difícil encasillarlo y hablar de sus escenarios como si fueran unos pocos. Sin embargo, a lo largo de su filmografía, hay uno que se reitera y es su Nueva York natal.

Nueva York, Nueva York.

Martin “Marty” Scorsese nació en Queens, en 1942, pero cuando aún era pequeño su familia se mudó a Little Italy, en Manhattan. Y no era una locura: por lado materno y paterno, el cineasta desciende de familias sicilianas. En ese pequeño distrito, un joven Martin descubrió que su pasión era el cine. Su lista de films comienza, como casi todos, con algunas producciones un tanto ignotas y que el paso del tiempo relegaron a la oscuridad. Sus primeras películas fueron “I call first”, de 1967 (una obra en blanco y negro rebautizada luego como “Who’s that knoking at my door”); y “Boxcar Bertha”, de 1972, que se rodó casi íntegramente en Arkansas.

Va a ser su tercer film, “Mean streets” (“Calles salvajes”, en castellano), de 1973, que se grabó entre Little Italy y el Bronx, el que empezó a darle cierta notoriedad. Aunque bien recibida por la crítica, la película no se ubica entre las más destacadas de Scorsese, pero a la distancia, cimentó algunas cuestiones importantes en su carrera. La primera de ellas es la relación de amistad y profesional con Robert De Niro, su “actor-fetiche” por muchos años. El otro elemento reiterado: la temática de crimen y mafia ítalo-estadounidense.

Pero va a ser con su quinta película (tras una intrascendente “Alicia ya no vive aquí”), de 1976, con la que Scorsese llegará al estrellato indiscutido al ser una de las más destacadas de su carrera: “Taxi driver”. La gran curiosidad es que aunque unánimemente celebrada, la película no obtuvo ningún Oscar. Martin trabajó allí con dos de sus mejores amigos: los actores Harvey Keitel y Robert De Niro, que también logró consagrarse como un intérprete talentoso. Y allí sí, claramente, vuelve a estar presente toda la crudeza de Nueva York, la de los años 70, la de los suburbios, la de la noche tan atractiva como peligrosa. De hecho la ciudad es casi como un personaje más, así como lo es el tradicional “yellow cab” que De Niro conduce en toda la película.

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Al año siguiente llegaría otra obra relegada por la crítica, pero denominada justamente “New York, New York”, el primer musical de Scorsese, donde dirigió a Liza Minelli y Robert DeNiro, una pareja de músicos que busca el éxito en la Gran Manzana de finales de la Segunda Guerra Mundial. El film no fue exitoso pero su canción original, que le da nombre a la película se posicionó como un clásico del jazz y uno de los temas más emblemáticos interpretado por Frank Sinatra (aunque en el film lo cantara Minelli).

Mejor suerte tendrá Scorsese con la siguiente película, de 1980: “Ragging bull” (“Toro salvaje”), que sería su primer film biográfico. Robert DeNiro encarna a Jake La Motta, un célebre campeón de box, nacido en Nueva York y asiduo del Madison Square Garden. En el momento, la película fue recibida con frialdad por el público, pero la crítica la consagró como una de las mejores de la filmografía estadounidense. De hecho, De Niro obtendría el Oscar el mejor actor principal por su actuación. El guion cinematográfico se basó en el libro autobiográfico del propio La Motta. Allí, como en el film anterior, Nueva York vuelve a viajar en el tiempo, porque la carrera del boxeador alcanzó su plenitud entre fines de los 30 y los 40.

Tanto “New York, New York” como “Toro salvaje” mostraban una Gran Manzana histórica de los 40 y los 50.

Nuevamente De Niro acompañó a Scorsese en el film siguiente: “The King of Comedy” (“El rey de la Comedia”), de 1982, una tira de humor negro que también pasó un poco desapercibida y contaba con la actuación de Jerry Lewis. Allí también el escenario elegido fue Nueva York.

Sin embargo, la ciudad mostraría una cara más oscura e inquietante, aunque dominante, en la poco reconocida “After hours” (“Después de hora”), de 1985, donde un extraviado Griffin Dunne pasa una noche alucinante, entre lo bizarro y lo kafkiano en el Soho neoyorquino, en los 80.

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Los siguientes dos proyectos llevaron a Scorsese fuera de su Nueva York natal. “The color of the money” (“El color del dinero”, de 1986), se rodó principalmente en Chicago y sus inmediaciones; y el proyecto más polémico de Scorsese, “The last temptation of Christ” (“La última tentación de Cristo”, de 1988), que se filmó mayoritariamente en Marruecos.

La vuelta.

Pero Scorsese no iba a pasar mucho tiempo fuera de Nueva York. Aceptó en 1989 la invitación de sus amigos Francis Ford Coppola y Woody Allen para sumarse a “Historias de Nueva York”, y rodar una de las historias del film (“Lecciones de vida”).

Muchos indican que varias historias, pasajes y hasta personajes de “Goodfellas” (“Buenos muchachos”, de 1990), su siguiente film, son autobiográficos. Es decir, evocan la infancia y la adolescencia del propio Scorsese en Little Italy. Lo cierto es que la película logró el éxito de público, la aclamación de la crítica y un lugar entre los clásicos del cine moderno.

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En 1993, Marty rodaba “La edad de la inocencia” y regresaba a la Gran Manzana. Claro, a una Nueva York de 1870, con trajes de época y una estética singular que demandó un esfuerzo en locaciones (una muy utilizada fue la Casa de la Fraternidad Pi Kappa Phi, en la calle 42, en Troy).

Tras una breve pausa, otra película llevaría Scorsese a Nueva York. Me refiero a “Bringing Out the Dead” (“Vidas al límite”, de 1999). Pero la vuelta es a una ciudad sórdida y oscura, a la de los barrios bajos de “Main Street” y de “Taxi Driver”. La película no conmovió ni al público ni a la crítica.

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El Oscar.

En 2002, el director volvería a situar la acción en Nueva York, pero en una ciudad extraña, casi irreconocible. Porque “Gangs of New York” (“Bandas de Nueva York”), fija la acción en plena guerra civil norteamericana, es decir entre 1860 y 1865. En el film, Scorsese se reencontró con Daniel Day-Lewis, protagonista de “La edad de la Inocencia”, y trabajaría por primera vez con su nuevo actor fetiche: Leonardo DiCaprio.

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En este punto vale destacar que Scorsese tiene una gran afición por los escenarios naturales, y si bien no se puede afirmar que “nunca visitó un estudio” es un gran aficionado a rodar en escenarios reales. Por eso gran parte de su siguiente película, “El aviador”, se rodó en Los Ángeles.

Curiosamente, la película más galardonada de Scorsese y la que lo hizo acreedor al Oscar como mejor director (tras ocho nominaciones) llegaría en 2006, pero no tendría a Nueva York como escenario. Gran parte de la historia de “The departed” (“Los infiltrados”) se grabó en Boston. El film arrasó ese año y no sólo le valió a su director un premio sino que también fue elegida como mejor película.

El retorno a Nueva York de Scorsese estuvo dado por “El lobo de Wall Street”, de 2013, donde vuelve a dirigir a Leonardo DiCaprio, metido en la piel del financista Jordan Belfort.

Aunque se encuentra trabajando en varios proyectos, como una de sus tantas escapadas, el último film de Marty, “Silencio”, se rodó fuera de Nueva York y está ambientada en el Japón de 1700.

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Un listado de escenarios.

Se podría afirmar con facilidad que toda Nueva York ha sido escenario para Scorsese. Sin embargo, se pueden visitar sitios bien puntuales. Por ejemplo, la calle Mulberry (esquina Canal Street), en Little Italy, no solo porque es el barrio donde vivió Scorsese, sino porque también fue escenario de “Calles salvajes” y allí se ubicó el famoso “Five Points” de “Bandas de Nueva York”. En el 546 de la Avenida Columbus se produce la escena del tiroteo en el supermercado de la película “Taxi Driver”. En el cruce de la Avenida 8 con la calle 50 se sitúa el actual Madison Square Garden, donde Jake La Motta tuviera sus peleas más resonantes. El Soho entero fue escenario de “Después de hora”, se puede conocer en el 128 de Spring Street el departamento de “Tom”, en el 28 de Howard Street el de Kiki o el “Emerald Pub”, donde se rodó la escena del bar, en el 308 de Spring Street.

El emblemático Copacabana Nightclub, uno de los más destacados escenarios de “Buenos muchachos”, se localiza en 10 East 60th Street, en el East Side de Manhattan.

En el 6368 Austin St., de Rego Park, es el lugar del “Shalimar diner”, donde Jordan Belfort conoce a su amigo Donnie Azoff, en “El lobo de Wall Street”. Para el mismo film, en el 455 East 114th St. se ubica el Rao’s Restaurant, donde Belfort se entrevista con un detective amigo; y en el 725 de la Quinta Avenida está la Torre Trump, célebre hoy por ser uno de los emprendimientos más relevantes del hoy presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y donde se filmó la escena en la que Jordan Belfort es encontrado in fraganti con su amante Naomi. Y finalmente en el 300 East 55th St. está el lujoso departamento de Belfort.

La Música y los documentales

Una de las singularidades de Scorsese es que tiene una vasta carrera como documentalista. Pero además, como amante de la música, dirigió varias obras donde los protagonistas fueron músicos.

Tras estrenar su primer largometraje, “I call first”, en 1967, Scorsese trabajó como asistente de dirección de “Woodstock”, un documental sobre el megaconcierto de rock que se realizara en la ciudad homónima, en 1969.

En 1978, Scorsese volvió sobre la música cuando rodó “El último vals”, que trata sobre el concierto de despedida del conjunto de rock canadiense “The Band”.

En 2001, el cineasta se sumaría a la iniciativa conocida como “El concierto por Nueva York”, una presentación a beneficio para reunir fondos para los damnificados por los Ataques Terroristas que sufrió la ciudad el 11 de septiembre de ese año. Además del concierto en sí, varios directores elaboraron cortometrajes documentales: Scorsese rodó “The neighborhood”.

Nuevamente sobre lo musical, dirigió uno de los episodios de la serie documental “The blues” (“Feel like going home”), que cuenta la historia de ese género musical, en 2003.

Luego rodaría otros dos documentales “musicales”: estrenó el film documental “No direction home”, sobre Bob Dylan, en 2005; y “Shine a light”, sobre los Rollings Stones, en 2008.

Finalmente, en 2011, se estrenó: “George Harrison: Living in the material world”, donde Scorsese aborda la vida del Beatle.

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