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Europa tras los pasos de Picasso - Parte 1

Se cumplen 140 años del nacimiento de Pablo Picasso y repasamos su huellas en Europa desde sus inicios en España.

En las próximas líneas les propongo repasar algunas de las ciudades de Europa que marcaron la vida y obra de Pablo Picasso desde su nacimiento en España hasta 1937. Este recorte, personal, obedece a que ése fue el año de la creación del Guernica, y si bien es cierto que el artista continuó trabajando hasta sus últimos días de vida (murió el 8 de abril de 1973), considero que hubo un antes y un después de ese mural, ya que se trata de una de las obras de arte más significativas del siglo XX.

En estas líneas nos embarcamos en un periplo que incluyó deambular por los cafés de Barcelona, y perderme por las callejuelas de Málaga; entre otras experiencias que los invito a descubrir.

¿Dónde nació Picasso?

Málaga amaneció completamente despejada y con una brisa ideal para llevar adelante el recorrido sin agotamiento.

A la hora fijada, mi guía-acompañante, Juan Antonio, llegó al hotel y emprendimos la ruta Picassiana, que además de abundar en detalles del artista malagueño más famoso, me permitió conocer las hermosas callejuelas de la ciudad, sus comercios, los edificios emblemáticos y –sobre todo– a sus pobladores, quienes hacen un culto del temperamento andaluz. Todo es atractivo en ellos: su forma de moverse, de hablar y su carácter; para bien o para mal tienen una determinación avasallante, que se detecta en cada situación cotidiana. Al tratarlos me pareció completamente natural que fueran aficionados a la tauromaquia.

Después de las primeras impresiones de la ciudad, nos concentramos en el recorrido propuesto, comenzando por el Museo Casa Natal, localizado en uno de los vértices de la céntrica Plaza de la Merced. Se trata de la casa donde el 25 de octubre de 1881 nació Pablo Ruiz Picasso, hijo de José Ruiz y Blasco y María Picasso López.

La construcción se caracteriza por sus líneas armónicas. En la primera planta del edificio la familia Ruiz Picasso vivió hasta 1884 para luego trasladarse unos metros más adelante, sobre la misma calle.

En 1983 este edificio fue puesto en valor patrimonial y más tarde se creó allí el Museo Casa Natal, en el cual se exponen recuerdos familiares y personales, además de obras del genial artista y de otros colegas españoles, como también un completo centro de documentación sobre el artista.

Me tomé el tiempo para recorrer sus interiores, donde pude apreciar su atuendo bautismal así como fotografías familiares, muebles y una singular obra de su padre que representa un palomar. Esta temática, la de las palomas, acompañará la obra de Picasso a lo largo de su vida.

Cruzando la calle, regresamos a la Plaza de la Merced, sitio de los primeros juegos del niño Pablo. Hoy, como en ese entonces, podemos encontrar el obelisco que recuerda al general Torrijos y a sus compañeros, fusilados en las playas de Málaga en 1831. Y a su alrededor, las palomas, probables descendientes de aquellas que inspiraron al pintor.

Como en toda ciudad, la plaza nos brinda una idea del pulso diario, con sus vendedoras de castañas y sus vecinos disfrutando del sol en cómodos bancos. Quien la visite por primera vez, se sorprenderá al encontrar sentado en uno de ellos al mismísimo Picasso, inmortalizado en una escultura, rodeado de sus elementos de trabajo. Como me dio la sensación de que estaba esperando que algún paseante lo acompañara, me senté a su lado hasta que el guía reclamó mi presencia para continuar el circuito.

Camino a la iglesia de Santiago, sobre la calle Granada, Juan Antonio me señaló la antigua farmacia Mamely (hoy farmacia Bustamante), donde antiguamente el padre de Picasso solía reunirse con sus amigos en tertulias interminables. Una vez en el templo, destacado por un interior de marcado estilo barroco y una torre mudéjar (ornamentación de influencia árabe), encontramos la pila y el registro bautismal que dan fe de que Pablo Picasso fue consagrado allí, en la misma iglesia donde se casaron sus padres y sus abuelos.

Luego mi anfitrión me propuso ir a conocer una joya malagueña que también ofició como lugar de bautismo, en este caso artístico, del joven pintor. Se trata del actual Real Conservatorio de Música María Cristina, situado en la plaza de San Francisco, donde otrora funcionaba el Liceo de Málaga. En uno de sus recintos Pablo Picasso, con tan sólo 16 años, fue ungido con champán luego de obtener un notable reconocimiento por su obra pictórica “Ciencia y Caridad”.

Aún con ganas de ahondar en el trabajo del artista, me tuve que despedir de Juan Antonio, quien antes me sugirió visitar la plaza de toros La Malagueta para conocer otra de las pasiones que conmovió a Picasso desde pequeño: la tauromaquia. Tomé nota del dato pero preferí dirigirme al Museo Picasso de Málaga.

Una vez allí, me sorprendí por la belleza arquitectónica del Palacio Buenaventura, sede del museo, que mixtura de manera impecable el estilo mudéjar con líneas renacentistas. Dispuesta a recorrer las 230 obras expuestas en las salas, decidí acceder al material de soporte disponible en el museo, para poder sacar mayor provecho a la visita.

En este caso, me conmovieron particularmente Jacqueline sentada, Acróbata y Cabeza de hombre con zigzags en rosa y verde.

Barcelona y el cubismo

Al ser primeriza, Barcelona tiene el sabor nuevo de toda ciudad desconocida; entonces abro mi cuaderno de tapa azul con las direcciones pertinentes y me lanzo a la aventura.

Es interesante destacar que las casas que el artista habitó, así como sus talleres, el museo y la famosa cervecería Els Quatre Gats, se localizan en el radio de la Ciutat Vella. Es posible entonces abordar un recorrido más o menos cronológico comenzando por el actual restaurante Set Portes, donde se encontraba la pensión que la familia Ruiz Picasso ocupó recién llegada a Barcelona. El alojamiento se localizaba en el número 4 del Paseo Isabel II, bajo los Porxos d’en Xifre, edificación que se caracteriza por sus soportales (galería cubierta que precede algunas edificaciones).

Justo a la vuelta, en el número 3 de la calle Cristina, se encuentra otra de las viviendas familiares. En este caso, una planta alta que daba al puerto de Barcelona. Fruto de la convivencia con ese paisaje, el joven Picasso comenzó a trabajar en algunas pinturas que reflejaron esta temática, como Playa de la Barceloneta. Finalmente, se estableció en su primer estudio, en la calle De la Plata, donde creó la mencionada obra Ciencia y Caridad.

Un poco más adelante, en la calle del Consolat del Mar, llegamos hasta la Escuela de Bellas Artes de Barcelona “La Llotja”, donde Pablo había ingresado a los 13 años. Allí, su padre ejercía como profesor y esta etapa le permitió al joven Picasso perfeccionar algunas técnicas y, sobre todo, afianzar amistades.

Como sabemos, parte de la vida de los artistas tiene lugar en los bares, que funcionan como centro de encuentro, debate, exposición e intercambio de ideas. Personalmente, creo que es posible descubrir el alma de una ciudad en ellos. Así que seguimos camino hacia el bar catalán por excelencia: Els Quatre Gats, donde Picasso realizó su primera exposición personal. Se trata de un bar inspirado en el famoso Le Chat Noir parisino, que cobijó la bohemia catalana de finales del siglo XIX y principios del XX. La portada del menú fue diseñada por el mismo Picasso y allí se organizaban tertulias en las que comenzó a gestarse el movimiento conocido como Modernismo Catalán, de la mano de Gaudí, entre otros artistas.

Es cierto que el local cambió de dueños y que fue reabierto décadas atrás pero les aseguro que el sitio conserva la magia necesaria para hacernos revivir una época en la que el arte y las ideas geniales sobrevolaban estas mesas. Sin duda, en Els Quatre Gats pasé mis mejores horas en Barcelona; fui casi todos los días, probé la crema catalana, me trataron muy bien y, para colmo de suertes, el gerente me indicó la ubicación de la mesa que frecuentaba Picasso, me invitó a sentarme allí para escuchar sus historias, haciendo que mi día se transformara en “El día que me senté en la mesa de Picasso en Els Quatre Gats y que ya nunca más olvidaré”.

Pero había mucho más por descubrir, así que mapa en mano continué paseando. Atravesé la calle de Avinyó, donde a principios del siglo XX las jóvenes exhibían su belleza a los hombres dispuestos a pagar por ella. Una vez más, Picasso convirtió esa escena de la vida mundana en una reconocida obra: Las señoritas de Avignon, considerada clave dentro del cubismo, movimiento que el pintor impulsó junto a otros destacados artistas.

En dirección hacia el Museo Picasso, donde finalicé mi recorrido, hay dos hitos que me parecen interesantes: el primero en la fachada del Colegio de Arquitectos de Cataluña –en la Plaza Nova–, con una serie de frisos diseñados por Picasso y realizados por el artista noruego Carl Nesjar; y más adelante el último estudio que tuvo en la ciudad, precisamente en la calle del Comercio 28, ubicado en un edificio que se hizo célebre porque en su planta superior varios reconocidos pintores instalaron sus talleres.

Luego del ajetreado itinerario llegué al museo, en la calle Montcada 15-23. Nuevamente mi recomendación es seleccionar algunas de las obras claves y profundizar en ellas, dejándose luego guiar por lo que más nos llame la atención dentro del museo o alquilar un audioguía, una buena alternativa para comprender las obras expuestas.

Es interesante destacar que el pintor no llegó a conocer su propio museo, ya que mientras España estuvo bajo el régimen franquista, decidió no pisar suelo español e incluso el gobierno impidió la apertura de un museo con su nombre, por lo que en sus comienzos la institución fue conocida como “Colección Sabartés”. En la actualidad, este reducto congrega tanto a personas genuinamente interesadas en la figura de Picasso como a visitantes que simplemente codician souvenires. Por eso la cafetería y la tienda del museo son espacios tan transitados como las salas de exhibición. Tal es así que yo misma me topé con una muchacha canadiense, dispuesta a arrebatarme un hermoso porta tarjetas que rescaté de una estantería olvidada. Resultado: Argentina 1 – Canadá 0, el porta tarjetas pasea en mi cartera dondequiera que voy.

Continuará...

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