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“007 Spectre”: persiguiendo a un fantasma

Con puntos menos grandilocuentes que en otras anteriores producciones, la última película de James Bond, sin embargo, mantiene el equilibrio entre escenarios espectaculares, con algún toque de exotismo y con todo el glamour que nos tiene acostumbrados. Un repaso por el último viaje del espía que tiene licencia para matar.

Cuando entrevistaron a Sam Mendes, director de “007 Spectre”, la más reciente película del célebre agente secreto británico James Bond 007, dijo que pretendió engarzar en una sola historia, todo el ciclo de Daniel Craig en la piel del superespía. Cabe recordar que la sexta encarnación de Bond debutó en “Casino Royale”, en 2006; continuó en “Quantum of Solace”, de 2008; y “Skyfall”, de 2012, el más taquillero y disruptivo filme de la historia de 007. No sólo porque se mete de lleno en el pasado del personaje, algo poco usual, sino porque marcó la despedida de una actriz que encarnó a un personaje célebre del Universo Bond: Judi Dench dijo adiós como “M”, la jefa que lidera el MI6.

De este modo, “Spectre” es justamenente eso: la persecución de un fantasma, de alguien que ha fingido su muerte para moverse por décadas en la sombra. Y en ese contexto, como no podría ser de otro modo, James Bond es el perseguidor, el cazador. Y a quien persigue es a la mente diabólica maestra que lo ha enfrentado, detrás de diversos lugartenientes (Le Chiffre, Marco Sciarra, Raoul Silva, etcétera) de la organización Spectre, a lo largo de los últimos años. Se trata de Ernst Stavro Blofeld, el alias de Franz Oberhauser, medio hermano de Bond. Sin embargo nada es lineal, como un efecto dominó, 007 debe ir empujando fichas y seguiendo “la caída”. El primer capítulo es asesinar a Marco Sciarra, a quien persigue hasta Ciudad de México, primer escenario de 007 Spectre.

CIUDAD DE MÉXICO.

Pero no llega a la capital azteca en cualquier momento, no, lo hace durante la celebración de Día de Muertos. De modo que toda la primera secuencia de acción se desarrolla en medio de una celebración dominada por los esqueletos, las calaveras, la pirotecnia y los personajes folclóricos mexicanos. Mezclándose entre la gente y en medio de un desfile, Bond ingresa primero al Gran Hotel de la Ciudad de México y desde allí, a través de la terraza pretende matar a Sciarra y comienza una persecución.

Vale destacar que el hotel es, acaso, el más tradicional de México. Se remonta a 1899 y fue originalmente concebido como uno de los primeros grandes almacenes de la urbe. De claro estilo art nouveau, ha sido preservado y restaurado. Se distingue el techo de cristal con vitreaux creación del artesano francés Jacques Gruber. Hoy es uno de los hoteles más exclusivos y célebres de todo México.

La acción lleva a Bond a pelear cuerpo a cuerpo dentro de un helicóptero que hace involuntarias acrobacias sobre El Zócalo, la plaza central de Ciudad de México.

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ROMA, LA ETERNA.

Tras un breve regreso de Londres, que retomaremos más adelante, la trama lleva a Bond a presenciar el sepelio de Sciarra en el que participa también su esposa, la bellísima Mónica Bellucci.

La ceremonia se realiza en un imponente escenario dominado por el mármol blanco que recorta a la perfección el luto riguroso de todos los participantes. Curiosamente, no es una necrópolis, es el Museo della Civilitá Romana, es decir el Museo de la Civilización Romana, que se encuentra en la Piazza Giovanni Agnelli.

El edificio es obra de los arquitectos Pietro Aschieri, Cesare Pascoletti, Gino Peressutti y Doménico Bernardini, y se remonta a 1939. Se creó para albergar una muestra permanente sobre el fascismo y debía ser sede de la Exposición Universal de 1942. La Segunda Guerra Mundial interrumpió todos estos planes y fue recién en 1952 cuando se terminó la obra y se inauguró con su muestra actual que se centra en la Civilización Romana.

La acción continúa en casa de Bellucci, viuda de Sciarra, que no es otra que la Villa di Fiorano, en la Via Appia Antica. Se trata de la residencia donde vivió buena parte de su vida el príncipe Francesco Boncompagni, un noble romano (que ostentaba los títulos de príncipe de Piombino, y del Sacro Imperio Romano; duque de Monterotondo, Sora y Arce, marqués de Populonia y Vignola, y conde de Conza, entre otros títulos), fue diputado y senador por el Partido Nacional Fascista, funcionario en diversos puestos y gobernó Roma de 1928 a 1935. Hoy la propiedad está en manos de los nietos de Boncompagni.

Pero Bond persigue a la organización Spectre que se reunirá esa noche en el “Palazzo Cadenza”. Tal sitio no existe, se trata del Blenheim Palace, donde nació Winston Churchill y que se sitúa en Woodstock, Oxforshire, Inglaterra.

John Churchill, Primer Duque de Marlborough, fue el comandante militar de las fuerzas británicas y aliadas (austríacas, prusianas, danesas y de los estados alemanes de Hesse y Hannover) que derrotaron a las franco-bávaras en la Batalla de Blenheim, el 13 de agosto de 1704. Como reconocimiento a su victoria militar, la reina Ana le concedió la propiedad y el dinero suficiente para construir el palacio actual.

La sala donde se produce la reunión, curiosamente, es un estudio de cine acondicionado.

La persecución automovilística se realiza, verídicamente por las calles de Roma, pasando por la Piazza San Paolo, las escaleras de De Pinedo y Lungotevere y concluye en el Ponte Sisto, sobre el río Tíber.

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DE LA NIEVE AL DESIERTO.

La historia lleva a James Bond a Austria, a Altausee, una localidad montañosa. Tras entrevistarse con un agonizante asesino, 007 debe ir tras su hija, quien tiene una pista para poder seguir la persecución de Blofeld. Ella, Madeleine Swann, es doctora en la “Hoffler Klinik”, un sitio de arquitectura espectacular que no existe como tal. Se trata del Das Central Hotel, situado en la cima del Gaislachkogel, en Sölden, un centro de esquí austríaco.

Y ya acompañado por Madeleine Swann, Bond continúa su odisea en Tánger, Marruecos. Tras una breve estadía en la ciudad (concretamente en un pretendido Hotel L’Americaine), la pareja se sube a bordo del Oriental Desert Express: un tren histórico-turístico que une Oujda con Buarfa, en Marruecos. En concreto, son 305 kilómetros en un paisaje sahariano que sorprende por su belleza estéril pero abrumadora. Dunas, campamentos indígenas y hasta pequeñas aldeas se pueden ir conociendo en el camino.

Y ese tren conduce, en la ficción de Spectre, a la guarida de Oberhauser/Blofeld, construida en un cráter que es real. Conocido como Gara Medouar, se localiza a casi media hora de la ciudad marroquí de Erfoud.

LONDRES, UN CLÁSICO.

Como contábamos antes, en Spectre, Bond pasa dos períodos de tiempo en Londres. Primero luego de regresar de México y antes de viajar a Roma, y al final, cuando retorna de Marruecos para concluir la historia.

Hay muchos sitios y puntos reconocibles de la capital británica en el filme. Sin embargo, muchos están combinados, aportando unos el exterior y otros el interior.

Su regreso a los cuarteles generales del MI6 lo tienen a Bond recorriendo el característico patio circular del Edificio del Tesoro, que se localiza en Great George Street, frente a Whitehall.

La película nos lleva también a conocer el departamento del superespía, que se localiza, específicamente, en 1 Stanley Gardens W11, en Nottinhg Hill, al oeste de Londres.

En la trama, el gobierno británico ha decidido fusionar dos de sus agencias de inteligencia, MI6 y MI5, y darle la conducción unificada al líder de esa última: “C”. El organismo naciente se denominaría Centro Nacional de Seguridad o CNS. Vale aclarar que los interiores de esta nueva agencia son, en realidad, los del Ayuntamiento de Londres.

El regreso de Bond a Londres incluye persecuciones por las calles, una gran escena donde 007 rescata a Madeleine Swann del antiguo edificio sede del MI6, que no existe como tal sino que es una construcción “ditigal”; y la gran escena final sobre el Lambeth Bridge donde Bond le perdona la vida a su hermanastro, se redime y decide su retiro para vivir con la doctora Swann. Pero un párrafo aparte merece el “Rules Restaurante”, donde Monneypenny y Q van a ver a M (interpretado por Ralph Fiennes) y a pedirle que no abandone a James Bond en su cacería. Situado en 34 de Maiden Lane, Covent Garden, es el restaurante más antiguo de Londres. Se remonta a 1798 y como era de esperarse, su lista histórica de clientes incluye a personajes de la talla de Charles Dickens, H.G.Wells, Lawrence Olivier, Buster Keaton, Stan Laurel, Charles Laughton, Charles Chaplin, Clark Gable y Graham Greene, entre otros.

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LA INCÓGNITA BOND

Spectre concluye con una escena muy singular y simbólica. El medio hermano de Bond y el propio superespía en medio de un puente: de un lado M y del otro Madeleine Swann. Una representación. De un lado el deber, el pasado, el trabajo, lo que 007 es, y del otro el aspiracional, el futuro diferente, la felicidad que lo espera. Y tras esta escena, Bond regresa al taller de Q para llevarse, a su retiro (dicho expresamente) su Aston Martin DB5. En términos reales, Daniel Craig, el actor que encarna a Bond, tiene contrato vigente por 5 filmes y ha realizado cuatro. Sin embargo, la historia plantea un retiro. ¿Hay recambio de actor en el horizonte de la saga?

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